Aceptados por el Señor- La Doctrina de Hacer Firme tu Vocación y Elección

15 de febrero de 2015

Hay una falsa creencia entre los santos que el hacer firme nuestro llamamiento y elección se recibe de dos maneras diferentes:


  1. Por revelación directa de Dios.
  2. A través de una ordenanza.

Veamos un artículo muy bueno del hermano Roy W. Doxey que apareció en el Ensign de Julio de 1976 Y al final haré algunos comentarios.

Cuando el Señor reveló a Moisés el gran propósito de la vida, Él mismo lo explica con las siguientes palabras: 
“Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria:  Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39.)
En otras palabras, la obra del Señor es dar la resurrección (inmortalidad) a todos los hijos del Padre y hacer posible para ellos el que puedan recibir la exaltación o vida eterna. Cuando uno entiende estos propósitos, el corazón se regocija bajo el conocimiento de las grandes bendiciones que existen para el hombre – la divinad- y que pueden ser logradas por aquellos que lo desean con todo su corazón.
En un glorioso sermón predicado por el profeta José Smith, este mismo principio fundamental de la vida en la tierra fue enunciado – a excepción por esa vez del otro lado de este tema, la responsabilidad de la humanidad, haciendo énfasis en que:
“Vosotros mismos tenéis que aprender a ser dioses , y a ser reyes y sacerdotes de Dios….. ” (Enseñanzas del Profeta José Smith, p.428).
Es fundamental para nuestra compresión de la razón por la existencia en la mortalidad, nuestro conocimiento de que hombres y mujeres nacen como hijos espirituales del Padre Eterno y que Jesucristo es nuestro hermano mayor en el espíritu.  Debido a que sus estado es transcendentalmente más grande que el nuestro, nosotros nos atemorizamos al pensar que algún día podamos llegar a ser como ellos. Sin embargo, nosotros fuimos engendrados como hijos espirituales del Padre Eterno, nacidos en el linaje de los dioses, y tenemos dentro de nosotros el poder, por medio de la expiación de Jesucristo, para elevarnos a las alturas de la divinidad.
La vida en la tierra, una parte necesaria del progreso eterno, provee la base para convertirse en un ser exaltado, es un estado en el cual estamos en un periodo de ensayo y probación para ver si haremos la voluntad del Señor (Abr. 3:22-26). Una revelación moderna habla de aquellos que fueron valientes en el servicio al Señor durante este periodo de tiempo: 
“Entonces serán dioses, porque no tendrán fin, por consiguiente, existirán de eternidad en eternidad, porque continuarán; entonces estarán sobre todo, porque todas las cosas les estarán sujetas. Entonces serán dioses, porque tendrán todo poder, y los ángeles estarán sujetos a ellos” (D&C 132:20).”.
¿Qué es necesario hacer para recibir esta inestimable bendición?  El profeta José dijo que uno debe comenzar desde el principio con los primeros principios del evangelio.
“Cuando subís por una escalera, tenéis que empezar desde abajo y ascender paso por paso hasta que llegáis a la cima; y así es con los principios del evangelio: tenéis que empezar por el primero, y seguir adelante hasta aprender todos los principios que atañen a la exaltación. Pero no los aprenderéis sino hasta mucho después que hayáis pasado por el velo. No todo se va a entender en este mundo; la obra de aprender nuestra salvación y exaltación aun más allá de la tumba será grande.” (Enseñanzas, pág 430.)
Aun cuando el proceso para obtener la exaltación, aún continúa dentro del mundo de los espíritus, el conocimiento de que uno será exaltado con todos los privilegios para llegar a la vida eterna puede ser obtenido en esta vida. Esto es hacer nuestro llamamiento y elección firme.
Pedro amonestó a los santos antiguos a “hacer su vocación y elección segura” y el apóstol Pablo también dio gracias al Señor por proveerle esto como un sellamiento (2 Pe 1:10-11, Efe 1:13-14). Además, el profeta José Smith usó esta misma expresión en un discurso acerca de la exposición de Pedro y las enseñanzas de Pablo (Enseñanzas, págs. 176,372).
Pedro dejó claro que un testimonio de Jesucristo no es en sí mismo evidencia de que el llamamiento y elección de uno han sido hechos seguros. Mencionando la manifestación en el monte de la transfiguración con el Salvador y sus compañeros apostólicos Jacobo y Juan (Mt 17:1-8), él dijo que aunque ellos habían escuchado la voz del Padre declarando que Jesús era su Hijo, esto no fue suficiente para obtener la bendición -había una “palabra profética más segura”, el llamamiento y la elección hecho firme. (2 Pe 1:16-19).
En cuanto a esta instrucción y el testimonio de Pedro, José Smith dijo:
 “Aunque oyesen la voz de Dios y supiesen que Jesús era el Hijo de Dios, esto no sería evidencia de que su elección y vocación había sido hecha firme, ni que tendrían parte con Cristo y serían coherederos con Él.  Así pues, buscarían esa palabra profética más permanente de que habían sido ligados en los cielos y que tenían la promesa de vida eterna en el reino de Dios. Y habiéndoles sido confirmada esta promesa, era como un ancla para el alma, firme y segura. Aunque retumbaran los truenos, y deslumbraran los relámpagos, y rugieran los terremotos, y los rodearan las guerras, aún así, esta esperanza y conocimiento sostendrían sus almas en toda ocasión de prueba, angustias y tribulación “(Enseñanzas, pág 363.)
Entonces, ¿qué es hacer firme el llamamiento y elección?  La siguiente escritura nos da una definición:
“La palabra profética más segura significa que un hombre sepa, por revelación y el espíritu de profecía, que esta sellado para vida eterna, mediante el poder del Santo Sacerdocio.” (D&C 131:5.)


El élder Bruce R. Mcconkie lo expresó de la siguiente manera:
“El hacer firme el llamamiento y elección es ser sellado para la vida eterna; es tener la garantía incondicional para la exaltación en el cielo más alto del reino celestial; es recibir la seguridad de la divinidad; es, en efecto, tener el día del juicio adelantado, de forma que se asegure la herencia de toda la gloria y honor del reino del Padre antes del día en el que realmente los fieles entrarán en la presencia divina para sentarse con Cristo en su trono, aun como Él está “sentado” con su “Padre en su trono”” (Apo. 3:21 (Doctrinal New Testament Commentary, Bookcraft, 1973, 3:330-31.)
Así como élder Mcconkie lo indica, la “garantía incondicional’ significa que las acciones de una persona han sido completamente aprobadas, que “no hay más condiciones para ser cumplidas por la persona obediente” (pág. 335). Cuando uno ha sido sellado a vida eterna, es estar “sellados contra toda clase de pecado y blasfemia, exceptuando la blasfemia contra el Espíritu Santo y el derramamiento de sangre inocente.” (Doctrinas de Salvación, 2:46.)
El profeta José Smith exhortó a continuar hacia adelante con la meta de asegurar la exaltación de la siguiente manera:
“Quisiera, pues, exhortaros a que continuaseis invocando a Dios hasta que hagáis firme vuestra vocación y elección, obteniendo la palabra profética más segura, y esperando pacientemente la promesa hasta que podáis obtenerla” (Enseñanzas, pág. 363)
“Esperando pacientemente la promesa hasta que podáis obtenerla” implica que todos los esfuerzos para obtenerlo deben ser hechos por los miembros de la Iglesia. En el mundo premortal se hizo un convenio según el cual los hijos e hijas de Dios podrían recibir una exaltación eterna si ellos eran fieles y verdaderos a los convenios hechos en esta vida (Tito 1:1-2). Teniendo en mente lo que Pablo requería de los santos en su dispensación, José Smith dijo:
“Nuestro pacto eterno ningún derecho nos da a las cosas eternas, a menos que nuestros hechos, contratos y todas las cosas tiendan a tal fin. Pero después de todo esto, se hace necesario confirmar nuestra vocación y elección. Si este mandamiento fue tan apremiante para aquellos a quienes se dio, cuanto más para los de la generación actual.»(Enseñanzas, pág 373.)
Entonces, ¿qué se necesita para que alguien haga su llamamiento y elección firme?. En la base de todas las bendiciones se encuentra la aceptación de la expiación de Jesucristo, por medio de la obediencia a los primeros principios y ordenanzas del evangelio (fe, arrepentimiento, bautismo, y recibir el don del Espíritu Santo).  Después, tras la entrada en el reino de Dios por el bautismo en el agua y el Espíritu, continua con la necesidad de  tener el nivel de fe para entrar en ciertos convenios sagrados por el poder del sacerdocio y ser “sellado por el Espíritu Santo de la promesa, que el Padre derrama sobre todos los que son justos y fieles.” (D&C 76:53)”,  y seguir hasta el fin con fe en estos convenios. (negritas mías)
Superados por medio de la fe en la justicia de Dios y Jesús, uno llega a ser “partícipe de la naturaleza divina”, así como Pedro testificó (2 Pe 1:1-4). La vía para esta bendición, es como él dijo “mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia.” (2 Pe. 1: 3)
El conocimiento de Cristo en este contexto es la emulación de su vida y enseñanzas. ¿Y cuáles son las virtudes que se encuentran en la vida de Jesús a las que Pedro se refiere?.  Después de que uno ha escapado de las corrupciones del mundo por arrepentimiento sincero siendo miembro de la iglesia verdadera, debe adherirse  a los principios y ordenanzas que lo admiten en el reino de Dios, siendo diligente en su obediencia. Uno agrega a “vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al efecto fraternal, amor.” (2 Pe. 1: 5-7; Enseñanzas, pág 372.)”
Obediencia y la gradual adquisición de este impresionante conjunto de virtudes le llevan a uno más y más cerca de la estatura de Cristo (Efe 4:13).
Sin embargo, además de estas cualidades de carácter necesarias, aquellos que podrían tener esperanza en el llamamiento y vocación hechos seguros deben también recibir las ordenanzas de salvación (exaltación) en el templo de Dios. (negritas mías)
El profeta José Smith dio una definición final de salvación como el tener poder para vencer a todos los enemigos en este mundo (en el sentido de los vicios que son contrarios a las virtudes del evangelio) y “el conocimiento para triunfar sobre los espíritus malignos en el mundo venidero” (Enseñanzas, pag 361). Señaló también que el triunfo sobre los enemigos vendría solo por medio del conocimiento del sacerdocio (Enseñanzas,  pág. 372-73, 367).
Si vamos a triunfar sobre todos nuestros enemigos en este mundo como preparación para la exaltación, ¿cómo el sacerdocio lo hace posible? Obediencia a “los misterios del reino” – las más altas ordenanzas del evangelio-  es la respuesta.  Altas ordenanzas del evangelio sugieren que hay otras ordenanzas menores, estas son las primeras ordenanzas y todas aquellas hechas fueras del templo.
Jesús enseñó a sus discípulos que ellos iban a recibir los “misterios del reino” pero que otros no iban a recibirlos porque no estaban preparados para ello (Mt 13:10-13).  En forma similar, el profeta Alma dijo que estos misterios fueron conocidos por algunos, pero otros recibían solo “aquella porción de su palabra que él concede a los hijos de los hombres, conforme a la atención y la diligencia que le rinden. “(Alma 12:9.)
Debido a que José recibió las “llaves de los misterios de las cosas que han sido selladas” (D&C 35:18),  y debido a que estas llaves se mantienen con el profeta de la Iglesia hoy en día, los miembros que guardan los mandamientos pueden recibir “los misterios de mi reino, y lo mismo será en él como un manantial de aguas vivas, que brota para vida eterna."(D&C 63:23; 42:65).
Solo a través del sacerdocio pueden dichas bendiciones llegar a los miembros de la Iglesia. Un miembro varón digno debe recibir el sacerdocio de Melquisedec, el cual “tiene la llave de los misterios del reino, incluso la llave del conocimiento de Dios” (D&C 84:19; D&C 107:18-19), con el fin de recibir estos “misterios”.  Ahí está la clave del propósito principal del sacerdocio mayor – el revelar los principios de exaltación en la casa del Señor a través de ordenanzas, consistentes en lavamientos, unciones, la investidura del templo y el matrimonio por la eternidad. (D&C 124:37-42).  El matrimonio por la eternidad es un orden del sacerdocio, en el que a los participantes se les prometen reinos y tronos si son verídicos y fieles a sus obligaciones.” (Joseph Fielding Smith, Ensign, diciembre de 1971, Pág 98)  Estas bendiciones incluyen el poder de engendrar hijos espirituales después de la resurrección.  En este sentido, José Smith dijo:
“Se pregunta con frecuencia, ‘¿No podríamos ser salvos sin pasar a través de todas esas ordenanzas?’ Quisiera responder, No, no la plenitud de la salvación…”
“Si un hombre ha de recibir la plenitud del sacerdocio de Dios, debe obtenerla de la misma manera que Jesucristo la alcanzó, que fue por guardar todos los mandamientos y obedecer todas las ordenanzas de la casa del Señor.” (Enseñanzas, pág. 376.)
Ambos, hombres y mujeres reciben las bendiciones de la “plenitud del sacerdocio” en el templo, aun cuando las mujeres no son ordenadas al sacerdocio; por ello el presidente José Fielding Smith dijo:
“Las mujeres no poseen el sacerdocio, pero si son fieles y leales, llegarán a ser sacerdotisas y reinas en el reino de Dios, y esto supone que les será dada autoridad. Las mujeres no poseen el sacerdocio con sus maridos, pero sí reciben los beneficios que provienen de ese sacerdocio. ” (Doctrinas de la Salvación, Bookcraft, 1956, 3:168.
El propósito de participar en las ordenanzas y poseer el sacerdocio es el realizar convenios. Los convenios divinos deben contraerse y ser honrados antes que una persona pueda tener firme su llamamiento y elección. Para asegurarse de que los que reciben las bendiciones de los convenios han sido rectos, el Señor ha establecido un medio por el cual las ordenanzas y convenios pueden ser aprobadas. Esto sucede através del poder sellador del Santo Espíritu de la Promesa. Cuando el Santo Espíritu de la Promesa (el cual es el Espíritu Santo) justifica la actuación de una persona respecto a los convenios que ha hecho, tal comportamiento es ratificado, haciendo el convenio efectivo para la salvación.
La influencia del Espíritu Santo recibida al guardar los mandamientos, también lleva a uno a la santificación, o a llegar a ser santos y puros de corazón, lo cual implica la renuncia a todo mal y aprender a “amar y servir a Dios con toda [nuestra] alma, mente y fuerza” (D&C 20:31). El proceso de santificación viene gradualmente, sobre un largo periodo de tiempo, “superando todo pecado y llevándonos en todo a sujetarnos en la ley de Cristo” (BY, JD 10:173).  Esto significa una sumisión de nuestro corazón a Dios, transformándonos en uno con el Salvador en la construcción de su reino, y trabajando para el eventual establecimiento de Sion (Hel 3:35). El miembro de la iglesia ha de prepararse a sí mismo por medio de la búsqueda de santificación; y cuando se ha hecho justo através de la ratificación de sus convenios por el Espíritu Santo, y ante los ojos del Señor ha santificado su vida, es candidato para obtener su llamamiento y elección hecho firme.
Del profeta José podemos aprender que la fe necesaria para ser santificado y hacer firme nuestro llamamiento y elección se gana a través de una estricta obediencia a la ley de sacrificio.
“Porque desde la primera etapa del hombre, la fe necesaria para gozar de vida y salvación jamás pudo ser obtenida sin el sacrificio absoluto de todo la terrenal. Es por medio de ese sacrificio, y de ninguna otra manera, que Dios ha ordenado que los hombres gocen de vida eterna. Y es por medio del sacrificio de todo lo terrenal, que el hombre llegan a saber que están haciendo lo que es aceptable a la vista de Dios. Cuando el hombre ha sacrificado todo lo que posee en pos de la verdad, ni siquiera escatimando su vida misma, y creyendo ante Dios que se le ha llamado a hacer tal sacrificio porque busca hacer la voluntad de Dios, ese hombre sabe, por seguro, que Dios acepta, y aceptará, su sacrificio y ofrenda, y que su búsqueda de Dios no ha sido en vano. Entonces, bajo tales circunstancias, ese hombre puede obtener la fe necesaria para obtener la vida eterna.. “(Discursos sobre la Fe, 6:7, véase también D&C 98:11-15.)
Cuando la fe es suficiente para sacrificar todas las cosas, aun la vida misma si fuese necesario, es posible para una persona saber que es aceptada por el Señor por aquello que ha hecho, y que con esa fuerte fe puede finalmente recibir la vida eterna.
Entonces, el profeta José dijo:
“Después que una persona tiene Fe en cristo, se arrepiente de sus pecados, se bautiza para la remisión de ellos y recibe el espíritu santo (por la imposición de manos), que es el primer Consolador, entonces si continua humillándose ante Dios, teniendo hambre y sed de justicia y viviendo de acuerdo con todas las palabras de Dios, el Señor le dirá dentro de poco: “Hijo, serás exaltado.”. Cuando el Señor lo haya probado en todas las cosas, y haya visto que aquel hombre está resuelto a servirlo, pase lo que pase, ese hombre verá que su vocación y elección han sido confirmadas….. “(Enseñanzas, pág 178.)
Aquella persona finalmente recibirá la divinidad y sera un miembro de “La Iglesia del Primogénito” (D&C 76:54).
¿Quiénes son aquellos de los santos que han sido aceptados por el Señor a través de sus sacrificios?.  El profeta José Smith indicó que cuando una persona ha sido probada por el Señor “hambriento y sediento de justicia, y viviendo cada palabra del Señor”, podría tener el privilegio de recibir el Segundo Consolador. Este consolador es la presencia del Señor Jesucristo, “y las visiones de los cielos se abrieron a Jesús, y el Señor le enseñará a él cara a cara.” José Smith continuó diciendo que esta era la condición de una serie de antiguos santos, como Isaías, Ezequiel, Juan el Revelador, Pablo, y “todos los santos que estuvieron en comunión con la asamblea general y la Iglesia del Primogénito” (Enseñanzas, págs. 177-179.)
La seguridad de ser aceptado por el Señor también fue conocida para muchos de los nefitas: Enós (Enós 1:27), Alma padre (Mosíah 26:20), los Tres nefitas (3 Ne. 28:4-11 ), y otros (3 Nefi 28: 1-3)
La promesa de convertirse en un miembro de la Iglesia del Primogénito también ha sido dada a los santos de los últimos días (ver DyC 76:50-60). En nuestra dispensación muchos santos han hecho firme su llamamiento y elección seguros (D&C 124:19). Entre ellos estuvo William Clayton, de quien el profeta dijo:
Tu vida está oculta con Cristo en Dios, y así con muchos otros. Nada excepto el pecado imperdonable puede impedirte heredar la vida eterna porque has sido sellado por el poder del Sacerdocio a la vida eterna, habiendo dado los pasos necesarios para tal proposito” (History of the Church 5:391).
A José Smith el Señor mismo le dijo que había sido sellado para la exaltación y que el Señor había preparado un trono para él en “el reino de mi Padre, con Abraham, tu padre” (D&C 132:49).
El presidente Marion G. Romney, como miembro del Consejo de los Doce, amonestó a los santos en la conferencia general a hacer firme su llamamiento y elección y dijo:
“La plenitud de la vida eterna no es controlable en la mortalidad, pero la paz que es su precursora y que viene como resultado de hacer firme el llamamiento y elección es alcanzable en esta vida.  El Señor ha prometido que ‘… el que hace las obras de la justicia recibirá su recompensa, incluso la paz en este mundo, y la vida eterna en el mundo por venir. “(D&C 59:23).
Creo que la paz que aquí se refiere está implícita en la declaración del Profeta:
“Voy como cordero al matadero, pero voy tranquilo como una mañana de verano. Tengo la conciencia limpia de ofensas a Dios o a los hombres” (DHC 6:555)
También pienso que está implícita en la declaración del apóstol Alonzo A. Hinckley, quien escribió una carta a la Primera Presidencia después de haber sido informado por sus médicos de que su enfermedad podría ser mortal: 
“Quiero asegurarles que no estoy profundamente turbado por estos resultados finales.  Estoy reconciliado y alcanzo con mis manos lo que mi Padre tenga para mí, sea esta vida o muerte… En cuanto al futuro, no tengo dudas. Es su invitación y es gloriosa, y tengo la clara sensación de lo que significa ser salvo por la sangre redentora de Jesucristo y ser exaltado por su poder y estar con Él nuevamente” (The Deseret News Church Section, March 27, 1949, p. 24.)” (Conference Report, October 1965, p. 20.)
En vista de que el hacer firme el llamamiento y elección, es la más grande de todas las bendiciones recibidas en esta tierra, qué otro consejo pueden recibir los santos de los últimos días que sea más importante que el siguiente del profeta José Smith:
“Quisiera, pues, exhortaros a que continuaseis invocando a Dios hasta que hagáis firme vuestra vocación y elección, obteniendo la palabra profética más segura, y esperando pacientemente la promesa hasta que podáis obtenerla…” (Enseñanzas, P.363.)
Mi Comentario: La confusión viene por algunas citas como estas:
“Porque desde la primera etapa del hombre, la fe necesaria para gozar de vida y salvación jamás pudo ser obtenida sin el sacrificio absoluto de todo la terrenal. Es por medio de ese sacrificio, y de ninguna otra manera, que Dios ha ordenado que los hombres gocen de vida eterna. Y es por medio del sacrificio de todo lo terrenal, que el hombre llegan a saber que están haciendo lo que es aceptable a la vista de Dios. Cuando el hombre ha sacrificado todo lo que posee en pos de la verdad, ni siquiera escatimando su vida misma, y creyendo ante Dios que se le ha llamado a hacer tal sacrificio porque busca hacer la voluntad de Dios, ese hombre sabe, por seguro, que Dios acepta, y aceptará, su sacrificio y ofrenda, y que su búsqueda de Dios no ha sido en vano. Entonces, bajo tales circunstancias, ese hombre puede obtener la fe necesaria para obtener la vida eterna.. “(Discursos sobre la Fe, 6:7, véase también D&C 98:11-15.)
“Después que una persona tiene Fe en cristo, se arrepiente de sus pecados, se bautiza para la remisión de ellos y recibe el espíritu santo (por la imposición de manos), que es el primer Consolador, entonces si continua humillándose ante Dios, teniendo hambre y sed de justicia y viviendo de acuerdo con todas las palabras de Dios, el Señor le dirá dentro de poco: “Hijo, serás exaltado.”. Cuando el Señor lo haya probado en todas las cosas, y haya visto que aquel hombre está resuelto a servirlo, pase lo que pase, ese hombre verá que su vocación y elección han sido confirmadas….. “(Enseñanzas, pág 178.)
Menciona también que hubo profetas como Enós, Alma padre, los tres Nefitas entre otros. Pero esos ejemplos son excepciones pero como dice el hermano Doxey hay que recibir TODAS las ordenanzas en la casa del Señor:
Sin embargo, además de estas cualidades de carácter necesarias, aquellos que podrían tener esperanza en el llamamiento y vocación hechos seguros deben también recibir las ordenanzas de salvación (exaltación) en el templo de Dios. 
Y citando al profeta:
“Se pregunta con frecuencia, ‘¿No podríamos ser salvos sin pasar a través de todas esas ordenanzas?’ Quisiera responder, No, no la plenitud de la salvación…”
“Si un hombre ha de recibir la plenitud del sacerdocio de Dios, debe obtenerla de la misma manera que Jesucristo la alcanzó, que fue por guardar todos los mandamientos y obedecer todas las ordenanzas de la casa del Señor.” (Enseñanzas, pág. 376.)
Y luego el hermano dice que: "Los convenios divinos deben contraerse y ser honrados antes que una persona pueda tener firme su llamamiento y elección."
Por tanto, queda claro como el cristal que antes de hacer firme el llamamiento y vocación, la pareja debe de haber recibido todas las ordenanzas del templo. Hay quien afirma que en esa ordenanza el sacerdocio te sella a vida eterna, la exaltación, y que es incondicional. Eso es verdadero y falso. Sï, te puede sellar a vida eterna, pero es condicional. Recordemos que todas las bendiciones patriarcales acaban de la misma manera: "sello sobre tu cabeza para que salgas en la mañana de la primera resurrección" Normalmente es algo así y añade "dependiendo de tu fidelidad". Parece que una bendición patriarcal el patriarca sella al recipiente pero no es incondicional. Lo mismo ocurre con las Bendiciones Mayores del Sacerdocio de Melquisedec, el apóstol sella la unción pero también es condicional. ¿Cuando se hace incondicional? Como dice el hno. Doxey:
Después, tras la entrada en el reino de Dios por el bautismo en el agua y el Espíritu, continua con la necesidad de  tener el nivel de fe para entrar en ciertos convenios sagrados por el poder del sacerdocio y ser “sellado por el Espíritu Santo de la promesa, que el Padre derrama sobre todos los que son justos y fieles.” (D&C 76:53)”,  y seguir hasta el fin con fe en estos convenios

Cuando demuestren al Señor su fidelidad, este le sellará por el Santo Espíritu de la Promesa. En libro Enseñanzas, Dice José SMith:
El Segundo Consolador
El otro Consolador de que se habla es un tema de mucho interés, y quizá muy pocos de los de esta generación lo entienden. Después que una persona tiene fe en Cristo, se arrepiente de sus pecados, se bautiza para la remisión de ellos y recibe el Espíritu Santo (por la imposición de manos), que es el primer Consolador, entonces si continúa humillándose ante Dios, teniendo hambre y sed de justicia y viviendo de acuerdo con todas las palabras de Dios, el Señor le dirá dentro de poco: "Hijo, serás exaltado." Cuando el Señor lo haya probado en todas las cosas, y haya visto que aquel hombre está resuelto a servirlo, pase lo que pase, ese hombre verá que su vocación y elección han sido confirmadas, y entonces será suyo el privilegio de recibir el otro Consolador que el Señor ha prometido a los santos, según se halla escrito en el testimonio de S. Juan, capítulo 14, desde el versículo 12 hasta el 27.
Nótense los versículos 16, 17, 18, 21, 23.
"16. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
"17. Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros.
"18. No os dejaré huérfanos: vendré a vosotros.
"21. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquél es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
"23. El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada."
¿Qué, pues, es este otro Consolador? No es nada más ni menos que el Señor Jesucristo mismo; y ésta es la substancia de todo el asunto: que cuando un hombre recibiere este último Consolador, tendrá la persona de Jesucristo para atenderlo o aparecerle de cuando en cuando, y aun le manifestará al Padre, y harán morada con él, y le serán descubiertas las visiones de los cielos, y el Señor lo instruirá cara a cara y podrá alcanzar un conocimiento perfecto de los misterios del reino de Dios; y ésta es la dignidad y posición que alcanzaron los antiguos santos cuando vieron tan gloriosas visiones: Isaías, Ezequiel, Juan en la isla de Patmos, San Pablo en los tres cielos, y todos los santos que han tenido comunión con la asamblea general y la Iglesia del Primogénito.
Entonces una vez recibida todas las ordenanzas del templo, aún queda la parte más sublime y sagrada que es el sellamiento por el Santo Espíritu de la Promesa que en esta ceremonia no es el Espíritu Santo sino el mismísimo Salvador. Para más información sobre esto lea el artículo en este blog: UN estudio sobre las Ordenanzas Mayores del Sacerdocio de Melquisedec 
Afirmar que el hacer firme su llamamiento y elección sin recibir, anteriormente,  todas las ordenanzas del templo, equivale a decir que una pareja de santos han ido al templo a sellarse sin pasar por la investidura. Imposible ¿verdad?. 
Nadie puede negar que ha habido excepciones en otras dispensaciones. Pero en esta última, solo ha habido dos excepciones. José Smith recibió la promesa de vida eterna en la sección 132. Pero dos meses más tarde recibió las ordenanzas que le faltaban. (El aún no era Rey no Sacerdote, requisitos imprescindibles para llegar a la exaltación D&C 76:56) y Parley P. Pratt recibió sus Ordenanzas Mayores sin su esposa. Luego le repitieron la ordenanza ya con una. El artículo en el Ensign menciona que William Clayton fue sellado a vida eterna. Pero el y su esposa ya habían recibido todas las ordenanzas en el templo por lo que todo estaba en orden.
Todo  es una cadena de ordenanzas. Contra más fiel, la pareja va recibiendo sus ordenanzas en el templo y como colofón y en recompensa a su fidelidad. El Señor en persona acepta o valida esa ordenanza (como hace el Espíritu Santo con las demás) y sella la pareja a la exaltación y reciben el segundo Consolador. ¿No merece esforzarse y sacrificarse por tales bendiciones?





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