¿Por qué es importante una buena versión de la Biblia? Parte I

23 de febrero de 2015


Las Bases Textuales de la Biblia. 

La composición que hoy conocemos como La Biblia está conformada por 66 libros (39 del AT y 27 del NT) cuyo número fue reconocido tras varios concilios, siendo el último el de Trento en el siglo XVI en donde por fin se aceptaba al libro de Apocalipsis, para conformar el así llamado canon de la Escritura.
Desde Job, su libro más antiguo (1900 a.C.), hasta el Apocalipsis (90 d.C.) los libros se escribieron en hebreo (con algunas palabras arameas) y griego koiné en un lapso de casi dos milenios. Fueron realizados en tres continentes: Asia (Menor), África y Europa, por no menos de 40 autores de distintos rangos sociales, oficios y profesiones, cuya mayoría no se conoció entre sí, aunque hablaron sobre temas de extraordinaria similitud, principalmente acerca de las cosas por venir. Cuando toda esta diversidad de personalidades, tiempo y espacio coinciden de manera tan exacta en el cumplimiento de sus aseveraciones, las cualidades que resaltan del Libro son su maravillosa
unidad, autoridad y trascendencia.
Ahora bien, el lector ha de estar advertido que antes de traducir las palabras, frases y oraciones de la Escritura, el intérprete ha de interesarse por un problema precedente: ¿Cuál es el texto original del pasaje? Que tal pregunta debe ser hecha ¡y contestada! obedece a dos circunstancias:
a) ningún manuscrito original de la Biblia existe hoy,
b) las copias existentes difieren una de otra.
Al ser escritos en el frágil papiro, los originales pronto se destruyeron o extraviaron, y las copias manuscritas que existen exhiben múltiples diferencias. En el caso del Nuevo Testamento, los aproximadamente 5300 manuscritos existentes, presentan entre sí no menos de 250.000 variantes, que se acumularon durante los 14 siglos que duró el proceso de copiado manuscrito. Sin embargo, tanto en el caso del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, los cambios introducidos, aunque numerosos y del interés más profundo, están muy lejos de afectar la estructura doctrinal de la Obra. Por otra parte, gracias a los hallazgos de la Arqueología Bíblica, juntamente con los esfuerzos de la Crítica Textual, se logró, desde mediados del siglo XIX hasta finales del siglo XX, la restauración de
arquetipos muy cercanos a los Autógrafos.

Transmisión y Alteración Textual. 

La historia de los principales hechos que forjaron la alteración en manuscritos bíblicos puede resumirse así: En los primeros días de la Iglesia Cristiana, luego que una Epístola era enviada, o después que un Evangelio era escrito, se elaboraban copias a fin de extender su influencia y beneficios a otras congregaciones. Era, por tanto, inevitable que tales copias contuvieran un relativo
número de diferencias en palabras con respecto a su original. La mayor parte de estas divergencias surgieron por causas accidentales, tales como confundir una letra o palabra con otra parecida. Si dos líneas paralelas de un manuscrito comenzaban o terminaban con el mismo grupo de letras, o si dos palabras similares se encontraban juntas en la misma línea, era fácil para el ojo del copista saltar del primer grupo de letras al segundo, y asimismo omitir una porción del texto. Inversamente, el escriba
podría regresar del segundo al primer grupo de letras y, sin querer, copiar una o más palabras dos veces. Asimismo, letras que se pronunciaban de igual manera, podían llegar a ser confundidas por los escribas oyentes. Tales errores eran casi inevitables dondequiera que se copiaban a mano largos pasajes, habiendo más posibilidades de que ocurrieran si el escriba tenía vista u oído defectuoso, si era interrumpido en su labor, o si por causa de fatiga estaba menos atento. Otras divergencias surgieron de intentos deliberados por suavizar formas gramaticales toscas, o por tratar de eliminar
partes que son real o aparentemente oscuras en el significado del texto. Algunas veces, un copista sustituía o añadía lo que le parecía ser una palabra o forma más apropiada, quizá derivada de un pasaje paralelo. De esta manera, durante los primeros años que siguieron a la conformación del Canon del NT, surgieron centenares—si no millares— de las llamadas variantes textuales.

Tipos de Texto. 

Igualmente, durante los primeros años de expansión de la Iglesia Cristiana, se desarrollaron los llamados textos locales. A las nuevas congregaciones establecidas en grandes ciudades, tales como Alejandría, Antioquía, Constantinopla, Cartago o Roma, se les proveían copias de las Escrituras en el estilo que era corriente en esa región. Al hacer copias adicionales, el número de lecturas especiales e interpretaciones eran conservadas y hasta cierto punto aumentadas, de tal manera que un tipo de texto peculiar a su región llegó a crecer y establecerse. El tipo de texto Alejandrino, siendo el más antiguo, es usualmente considerado como el mejor y más fiel en la preservación del original. Sus características son la brevedad y la austeridad. Hasta muy recientemente, los dos principales testigos del tipo de texto Alejandrino eran el códice Vaticano y el códice Sinaítico, manuscritos en pergamino de mediados del siglo IV. Sin embargo, con la aparición de importantes papiros a mediados del siglo
IX  ha sido posible inferir que el tipo de texto Alejandrino retrocede hasta principios del segundo siglo (125 d.C.). Otros tipos de texto son el Occidental, el Cesariense y el Bizantino. Este último es el más reciente de los tipos distintivos de texto del Nuevo Testamento. Lo caracteriza su esfuerzo por aparecer completo y explicativo. Los constructores de este tipo de texto intentaron, sin duda, pulir cualquier forma ruda del lenguaje, combinar dos o más lecturas discrepantes en una sola lectura expandida, y armonizar pasajes paralelos divergentes. Durante el período transcurrido entre el siglo VI hasta la invención de la imprenta en el siglo XV, el tipo de texto Bizantino fue el de mayor circulación, el más aceptado, y el reconocido como el texto autorizado por la Iglesia de Roma.

El Textus Receptus. 

Paradójicamente, el tipo de texto Bizantino fue también el que sirvió de base para las traducciones Protestantes del Nuevo Testamento. Esta base textual griega fue editada e impresa en 1517 por el famoso humanista Desiderio Erasmo de Rotterdam. Sus subsecuentes ediciones fueron ampliamente difundidas, y fue aceptado como el texto normativo para la Iglesia Protestante, el cual llegó a ser
reconocido por el nombre latino de Textus Receptus. La obra de Erasmo sirvió como base textual de traducción a la mayoría de los idiomas vernáculos de Europa. Fue editada cinco veces, y más de treinta ediciones fueron realizadas sin autorización en Venecia, Estrasburgo, Basilea, París y otros lugares de Europa. Subsecuentes editores, a pesar de haber realizado un número considerable de alteraciones arbitrarias, reprodujeron vez tras vez esta adulterada forma de base textual griega, asegurándole una preeminencia tal, que hasta principios del siglo XX, llegó a aceptarse como texto
normativo del Nuevo Testamento. Tan supersticiosa e inapropiada ha sido su inmerecida reverencia, que los intentos por criticarlo o enmendarlo son todavía considerados como un sacrilegio, todo esto a pesar de que su base textual es esencialmente un manojo (¡seis!) de manuscritos tardíos (¡siglo XII!) escogidos al azar y, por lo menos en una docena de pasajes, su lectura no está respaldada por ningún manuscrito griego conocido hasta el presente. Aun así, este Textus Receptus ha resistido durante casi
500 años (y aún resiste) en ser desplazado a favor de la verdadera Base Textual Griega, y hoy, encubierto bajo su nuevo nombre de Texto Mayoritario, trata de retomar su primacía, y sigue obstaculizando el camino de todo esfuerzo por restaurar la genuina Palabra de Dios.

Restauración Textual. 

Durante los siglos XVII y XVIII los eruditos recaudaron información de muchos manuscritos griegos, pero con la excepción de dos o tres editores que tímidamente se atrevieron a corregir algunos de los más vocingleros errores del Textus Receptus, esta degradada forma de texto continuó siendo reimpresa edición tras edición. No fue sino hasta la primera parte del siglo XIX, cuando a los
eruditos bíblicos se les reconoció haberse apartado totalmente del Textus Receptus para demostrar, por comparación de manuscritos, cómo éstos se podían retrotraer hasta sus arquetipos perdidos e inferir así su condición y paginación.
Un profundo movimiento en pro de la restauración del Texto Sagrado dio comienzo en la primera mitad del siglo XIX, y mediante los esfuerzos de destacados críticos textuales, que por razones de oportunidad es imposible mencionar ahora, se extendió hasta nuestro tiempo. A partir de entonces se presentan ediciones de la Biblia en sus idiomas originales y se evalúan al mismo tiempo los grandes descubrimientos de la arqueología bíblica, en los cuales aparecieron documentos manuscritos mucho más antiguos de aquellos que conforman el tipo de texto Bizantino. Gracias a ello, ha sido posible editar el Texto Sagrado con palabras que se acercan hoy más que nunca a las del Original. Estas bases textuales de la Biblia vienen siendo plasmadas en las ediciones críticas de la Biblia Hebraica Stuttgartensia (Antiguo Testamento) y del Novum Testamentum Græce (Nuevo Testamento) Pero aun así, no obstante la excelencia, erudición y noble propósito que guía a estas Ediciones, es importante destacar que el creciente número de sus revisiones denota un necesario proceso de perfeccionamiento que obviamente el Original no necesitaría.

Lamentablemente, muchos Santos se resienten a usar otra Biblia que no sea "la oficial" y que como ya hemos visto es una de las peores versiones que existe ya que está basada en el Textus Receptus o como quieren llamarlo ahora el Texto Mayoritario.
¿Pero no está usando la Iglesia la versión 2009 que es la mejor revisión de la Reina-Valera? Sí y no. Si, oficialmente se usa la versión Reina-Valera y No, no es la mejor versión. Como hemos aprendido, el manuscrito mas antiguo es del siglo XII y no se comprobó su exactitud ni fiabilidad.
En el próximo artículo explicaré como se hizo la traducción del 2009 que usamos los santos hispanohablantes y detallaré ejemplos de la mala traducción de nuestra versión a tenor de los últimos descubrimientos bíblicos en materia de escrituras.

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